Con el lema “la educación como luz en tiempos de incertidumbre” tuvo lugar el pasado miércoles 27 de noviembre un animado debate para analizar el presente y realizar propuestas de futuro en el significativo mundo de la educación. En la exposición, celebrada el auditorio de la parroquia Madre Maravillas de Getafe, participó un elenco de lujo. María San Gil habló de la importancia de no desesperar y de no perder la memoria. Es importante saber comunicar a las nuevas generaciones el importante legado histórico que hemos recibido. Jaime Mayor Oreja denunció el hecho de que vivimos en una cultura de fin de semana, y que precisamente en esa conformidad encuentra asiento la mentira que nos impregna. Por el contrario, la verdad obliga a permanecer sobre cimentos sólidos, que a fin de cuentas son los que quedan al cabo de los años, y esos son la fe y la familia. Se ha sustituido la sentencia evangélica “la verdad os hará libres” por el falaz eslogan “la libertad os hará verdaderos”, cuando bien sabemos que hacer lo que nos da la gana, nunca ha proporcionado la felicidad. Jaime denuncia que vivimos tiempos en que la mentira ha sustituido al crimen, y que algunos han hecho de la mentira un estilo de vida.
Carmen Aisiain remarcó lo valioso que es fomentar el amor a la belleza en los jóvenes. Cuando un maestro se presenta al alumno está mostrando como es el mundo con su vestir, su presencia, su hablar, con su trato y con su forma de exponer el conocimiento.
A la hora de realizar propuestas Jaime advirtió la necesidad de no angustiarse más de lo necesario y valoró la importancia de elaborar un diagnóstico del mundo actual para entender la raíz de lo que está sucediendo. Ahora bien ¿por dónde irán las cosas en un futuro? Pues por donde echemos a andar nosotros. Por ello nos recordó el libro del filósofo francés Fabrice Hadjadj “La suerte de haber nacido en estos tiempos”, y la necesidad de saber crear minorías creativas que sepan hacer frente a los retos que se nos presentan. Javier Segura destacaba que a veces es preciso nadar a contracorriente, pues históricamente a una sociedad siempre la salva un pequeño grupo de santos.
No existe una batalla entre dos culturas, sino una batalla entre la Cultura y la Barbarie. Por todo ello es esencial saber recuperar el papel central de la persona en la educación. En ese sentido recordamos las palabras del pedagogo español Abilio de Gregorio “Un maestro ha de amar lo que enseña y amar a quien enseña”.
Carmen concluyó resumiendo la importancia de saber educar en las tres virtudes teologales: fe, esperanza y amor, a lo que Jaime añadió las tres potencias del alma: memoria, entendimiento y voluntad. Javier remarcó la importancia de ser cooperadores de la verdad y María San Gil terminó el acto invitándonos a seguir sembrando sin cansarse para que otras detrás puedan recoger.
El acto estuvo dirigido por el periodista Álvaro de Juana y amenizado por dos interpretaciones musicales del pianista Miguel Ángel Gómez González-Vallés.